En los últimos años el volunturismo ha experimentado un crecimiento significativo, especialmente entre los jóvenes que buscan vivir experiencias significativas durante sus viajes.
La palabra «volunturismo» viene de la fusión entre «turismo» y «voluntariado», y hace referencia a aquellos viajes breves, de un mes o menos, en los que se realiza algún tipo de trabajo de cooperación.
Diversas organizaciones sin fines de lucro, agencias de viajes y plataformas en línea ofrecen una amplia gama de programas que van desde la enseñanza en escuelas rurales hasta la construcción de viviendas en comunidades necesitadas.
Sin embargo, uno de los principales problemas de estas iniciativas radica en el lapso perentorio de estos proyectos. Según el periodista argentino Martín Caparrós «el volunturismo no es irse un año a trabajar a un hospital en Bangladesh; es engancharse a un viaje organizado para pasarse dos o tres semanas cuidando niños de un orfanato en Nepal o cavando pozos en Haití».
«Hasta hace poco, para ir de voluntario al Tercer Mundo había que contactar alguna ONG que examinaba a los candidatos y les exigía permanencia; ahora hay agencias especializadas que te venden la experiencia —customizable al gusto del cliente— en tres o cuatro clics», apuntó Caparrós.
Muchas de estas organizaciones priorizan las necesidades de los voluntarios, vendiendo una experiencia de crecimiento personal, por encima de los problemas reales de las localidades.
Según Worldpackers, una comunidad global de viajeros, «las comunidades que participan en estos procesos con voluntarios implican siglos de abandono estatal, corrupción, desigualdades y enfrentamiento de creencias que no se solucionan solo con la llegada de algunos extranjeros con buenas intenciones».
Sin embargo, el volunturismo ha sido objeto de cuestionamientos en cuanto a la eficacia de los trabajos que se realizan, a pesar de la intención loable de ayudar a comunidades necesitadas.
Pippa Biddle, una voluntaria con seis años de experiencia, confesó que en su caso habría sido más rentable, estimulante de la economía local y eficiente para el orfanato que estaba apoyando, haber tomado su dinero y contratar a lugareños para hacer el trabajo.
«Pero ahí estábamos nosotras, tratando de construir paredes rectas sin un nivel», se lamentó.
Tina Rosenberg, ganadora del premio Pulitzer, señaló que las casas en Honduras construidas por «volunturistas» costaron US $30.000 cada una, incluyendo el pasaje aéreo, mientras que las organizaciones cristianas locales podrían construirlas por US $2.000.
Es decir, que si los voluntarios hubieran contribuido con dinero en lugar de trabajo, se podrían haber construido 15 veces más casas.
Por otra parte, cuando el volunturismo implica trabajo con niños en situación vulnerable, se forman lazos emocionales entre ellos y los voluntarios. Al cabo de unas semanas, estos volverán a su lugar de origen, cortando con la posibilidad de generar un verdadero apego afectivo con figuras presentes de forma más permanente.
«Uno de los destinos más habituales de los volunturistas son los orfanatos: cuidar huérfanos pobres es sin duda una aventura meritoria. Para lo cual se necesitan más y más orfanatos», explicó Caparrós.
En Camboya, por ejemplo, se reportó hace unos años un aumento en la demanda de niños desde los orfanatos. El objetivo era atraer voluntarios que buscan sentirse realizados a través de este tipo de tareas, creando así una industria en la que la pobreza de los niños se convierte en una suerte de atracción turística.
Aunque no todo es negativo. Si bien el voluntariado combinado con el turismo presenta desafíos significativos, también puede ser una fuerza positiva para el cambio cuando se practica de manera responsable y sostenible.
Pero esto requiere un enfoque holístico que reconozca la complejidad de los problemas sociales y económicos que enfrentan las comunidades receptoras.
«Antes de inscribirte en un viaje de voluntariado a cualquier parte del mundo, considera si posees las habilidades necesarias para que ese viaje sea un éxito. Si es así, fantástico. Si no, quizás sea una buena idea reconsiderar tu viaje», sostuvo Biddle.