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¿Qué se sabe del descarrilamiento del tren tóxico de Ohio, EEUU?

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Las autoridades deberán realizar un amplio estudio para determinar el daño ambiental de la zona (Foto: Google)

El pasado 3 de febrero, un tren de 150 vagones de la empresa Norfilk Southerm, que transportaba materiales peligrosos, se salió de las vías, lo que provocó un gran incendio entre las fronteras de los estados Ohio y Pennsylvania en Estados Unidos, y obligó a los habitantes de East Palestine, a evacuar la zona por una semana.

De los 50 vagones destrozados debido al descarrilamiento, diez de ellos trasladaban sustancias químicas tóxicas y materiales inflamables, como el acrilato de butilo, acrilato de etilhexilo y éter monobutílico de etilenglicol.

Estos químicos en el aire son altamente cancerígenos, en especial el cloruro de vinilo. Cuando arde, se descompone en cloruro de hidrógeno y fosgeno. 

Empleado en la I Guerra Mundial como agente asfixiante, el fosgeno provoca vómitos y problemas respiratorios, mientras que el cloruro de hidrógeno es irritante y corrosivo para cualquier tejido con el que entre en contacto.

Pese a la gravedad medioambiental del incidente, que algunos especialistas lo catalogan como el nuevo «Chernóbil», apenas esta semana, un escueto comunicado de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NSTB), informó de que la investigación sobre el accidente estaba en marcha.

El NSTB es responsable de investigar cualquier accidente aéreo civil, así como accidentes significativos en los otros medios de transporte como el ferrocarril. Según las primeras investigaciones adelantadas por la agencia federal, la causa probable del accidente radica en el sobrecalentamiento de un rodamiento de la rueda de un vagón.

Mientras tanto, el gobernador de Ohio, el republicano Mike DeWine, instó este sábado a la población a abandonar la zona de emergencia. “Tienen que irse, lo que tienen que hacer es irse. Es una cuestión de vida o muerte”, puntualizó.

También los organismos de seguridad realizaron múltiples evacuaciones, llamando a los pobladores puerta por puerta para trasladarlos a otros sitios seguros.

Además se delimitó una zona roja, con peligro de muerte, y otra amarilla, con riesgo de heridas y de daños pulmonares.

Las investigaciones realizadas también por la empresa ferroviaria apuntan que las válvulas de alivio de presión de algunos de los vagones dejaron de funcionar. 

“En coordinación con todas las agencias y partes interesadas, hemos elaborado un plan para liberar manualmente los vagones. El contenido se vaciará de forma controlada. Para proteger el medio ambiente, hemos preparado fosos y terraplenes en los que drenar el material que luego se remediará. Cuando sea seguro hacerlo, la liberación manual de la presión se realizará mediante una rotura controlada de varios vagones, y bajo la supervisión de expertos y personal de primera intervención. Esta operación será ruidosa y visible. Parte del material se quemará mientras se drena durante un corto número de horas”, anunció la compañía.

Sin embargo, después de la explosión controlada se formó una nube tóxica altamente contaminante, que diversos expertos en medio ambiente y salud han cuestionado su efectividad.

Pese a esta advertencia, las autoridades abrieron nuevamente los poblados de East Palestine y sus alrededores, y aseguraron que ya no representaba un peligro ambiental en la zona. 

“Las muestras de calidad del aire en la zona de los restos y en los barrios residenciales cercanos han mostrado sistemáticamente lecturas en puntos por debajo de los niveles de detección de seguridad de contaminantes preocupantes”, informó la Agencia de Protección Medioambiental (EPA).

No obstante, en varias plataformas de redes sociales pobladores de la región manifiestan que los funcionarios no están diciendo toda la verdad, a pesar de las actualizaciones del avance de las investigaciones sobre este accidente.

En los videos publicados después del accidente, se resalta la situación de cientos de animales heridos o muertos. Después de hacerse tendencia esta noticia, el Departamento de Recursos Naturales de Ohio confirmó que alrededor de 3.500 peces de 12 especies diferentes, habían muerto tras el descarrilamiento del tren.

Los residentes de East Palestine presentaron al menos cuatro demandas colectivas contra Norfolk Southern, con el alegato de que han estado expuestos a sustancias tóxicas y han sufrido «graves trastornos emocionales» como consecuencia del descarrilamiento.

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