Salud pública en América Latina pone trabas a las mujeres que quieren «ligarse las trompas»

Las mujeres en Latinoamérica enfrentan diversas presiones, no sólo para tener hijos, sino también para no tenerlos. Los médicos de los sistemas públicos de salud ponen diversas trabas para hacer un procedimiento denominado ligadura de trompas, denuncian las afectadas.

La ligadura de trompas es un método anticonceptivo irreversible que se realiza a través de una cirugía en las trompas uterinas.

BBC publicó un reportaje en el que explica que en algunas oportunidades a las mujeres en América Latina el sistema de salud pública les ofrece respuestas negativas a su deseo de «ligarse». Bien sea por la edad o porque aún no han tenido hijos.

“La primera vez que lo solicité fue a los 23 años, en el sistema público chileno. El médico me dijo que no, que era muy chica, que aún no salía de la universidad, que iba a cambiar de opinión”, comentó Ana Sofía, una chica entrevistada.

“La segunda vez tenía 25 años y la respuesta fue la misma: que no tenía la madurez suficiente para tomar una decisión así. Y la tercera vez, hace solo 3 años, me cerraron la puerta tajantemente diciéndome que, si quería una ligadura de trompas, la fuera a pedir al extranjero”.

Uno de los mayores problemas con que se enfrentan las mujeres que quieren acceder de forma gratuita a este procedimiento son las largas listas de espera que hay en gran parte de las instituciones públicas de salud de América Latina.

Este procedimiento tiene una eficacia de más de 99% para prevenir el embarazo, lo que lo hace uno de los métodos disponibles más seguros. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS), de hecho, lo sitúa dentro de los pocos anticonceptivos “muy eficaces”.

Además, la ligadura no afecta los niveles hormonales del cuerpo -como lo hacen otros anticonceptivos-, lo que para muchas mujeres es una ventaja considerable pues no tiene efectos secundarios.

La esterilización femenina evita que los óvulos viajen por las trompas de falopio, que conectan los ovarios con el útero. Esto significa que los óvulos de una mujer no pueden encontrarse con los espermatozoides y por esto, no puede ocurrir la fertilización.

Hay distintas maneras de bloquear las trompas, ya sea aplicando clips, anillos de silicona o atando o cortando un pequeño trozo de la trompa de falopio. Es una cirugía relativamente sencilla que suele ser ambulatoria. Se hace a través de la laparoscopia.

Esto puede ser un importante beneficio para aquellas mujeres que decidieron no tener hijos porque nunca más tienen que preocuparse del tema: ni tomarse una pastilla diaria, ni cambiarse el dispositivo mes a mes, ni seguir gastando dinero en anticonceptivos.

Trabas en vez de soluciones o apoyo

Con el fin de fomentar la maternidad y paternidad responsable, los países en América Latina plantean como requisito que la mujer sea mayor de edad, que realice la solicitud por escrito con la firma de un documento de consentimiento informado y que antes del procedimiento, la paciente sea expuesta a una consejería en salud sexual y reproductiva por parte del médico tratante.

Según las mujeres y expertos consultados por BBC, en muchas ocasiones lo anterior se traduce en una serie de trabas que hacen muy difícil el acceso a la ligadura de trompas.

De esta manera, la esterilización voluntaria termina siendo mucho más accesible para las mujeres que pueden pagar por ello de forma privada.

Así lo asegura Francisca Crispi, médico, académica y presidenta del Colegio Médico de Santiago de Chile, que lleva años estudiando el tema de los derechos sexuales femeninos.

“En América Latina hay un tema de autonomía de las mujeres en la relación médico-paciente. Existe el sesgo de que las mujeres no pueden tomar decisiones por sí mismas, de que son muy emocionales”, advirtió.

“Hay una noción de que todas las mujeres deben querer ser madres y, si en ese momento no lo quieren, luego se van a arrepentir”, agregó.

De acuerdo con el último informe de planificación familiar, 219 millones de mujeres accedieron a la esterilización femenina en 2020, lo que corresponde al 23% de las mujeres que usan anticonceptivos.
La esterilización masculina, en cambio, es mucho menor: fue practicada en 17 millones de hombres, lo que representa un 1,8%.

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