En un giro inesperado, Argentina dio su voto al candidato que mejor ha canalizado la creciente frustración acumulada por años de desafíos socioeconómicos: Javier Milei. El economista ultraliberal, conocido por su adhesión al «anarco-capitalismo», su posición contraria al aborto y su escepticismo hacia el cambio climático que considera una «farsa» izquierdista, ha sacudido el panorama político al proponer la abolición del Estado y mostrar afinidad con la ultraderecha de Vox en España.
Milei se convirtió en la sorpresa de las elecciones primarias al asegurarse el puesto de principal candidato presidencial con más del 30.1% de los votos, superando a Sergio Massa, del peronismo, quien obtuvo el 20.9%, y a Patricia Bullrich, aliada del expresidente Mauricio Macri, con casi el 17%.
El resultado de las primarias ha delineado un panorama político dividido en tercios, un fenómeno inusual en un país que ha sido dominado por dos grandes coaliciones: el peronismo y la derecha representada por Macri. La irrupción de Milei ha trastocado esta dinámica. Desde fuera del sistema y prometiendo poner fin a la «casta» política, el economista ha forzado a la política tradicional a replantearse su estrategia.
Más de 35 millones de argentinos estaban convocados a las primarias, conocidas como PASO, cuyos ganadores competirán por la presidencia el 22 de octubre. En caso de ser necesario, se llevará a cabo una segunda vuelta el 19 de noviembre.
Los resultados de estas elecciones primarias han generado un terremoto político cuyas consecuencias son difíciles de predecir para el país sudamericano. Con el comienzo de una intensa campaña electoral de cara a las elecciones generales de octubre, el Gobierno peronista, que ha luchado por controlar una inflación que se ha más que duplicado en cuatro años, llegando al 115.6%, se ve debilitado aún más. Esto complica la doble función de Sergio Massa, quien además de ser candidato presidencial, se desempeña como ministro de Economía.
Las opciones ahora están abiertas de cara al 22 de octubre, pero la atmósfera de la noche electoral lo dice todo: mientras los simpatizantes de Milei celebraban con gritos de «la casta tiene miedo», el búnker peronista estaba en silencio y en el búnker de Juntos por el Cambio se respiraba derrota.
Los seguidores del enfoque libertario han celebrado esta victoria en las primarias como si fuera la elección final. El búnker de La Libertad Avanza estalló en júbilo al conocer los primeros resultados, con cánticos de «¡Presidente, Milei presidente!» Milei, con su característica personalidad enérgica, subió al escenario con una sonrisa.
En su discurso, declaró: «Somos la verdadera oposición» y arremetió contra sus competidores, afirmando que representan «los mismos de siempre» que han fracasado repetidamente.
La visión de Milei y su equipo es ganar en la primera vuelta el 22 de octubre, para lo cual necesitarían obtener el 45% de los votos o el 40% con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo lugar. En estas primarias, La Libertad Avanza obtuvo alrededor del 30% de los votos.
La euforia de su partido era palpable durante toda la jornada. Los seguidores se reunieron en el Hotel Libertador, un establecimiento de renombre en el centro de Buenos Aires. A medida que avanzaba la tarde, cientos de personas se aglomeraron tras las vallas, esperando con entusiasmo los resultados.
La compañera de fórmula de Milei, Victoria Villarruel, celebró este momento histórico y criticó al Gobierno por no cumplir sus promesas. A medida que el entusiasmo se desbordaba, los partidarios de Milei coreaban su cántico característico: «la casta tiene miedo».
Las elecciones primarias han marcado un hito significativo en la política argentina, desafiando las expectativas y forzando a los partidos tradicionales a reconsiderar sus estrategias en el camino hacia las elecciones generales de octubre.
Un giro a la derecha pero un Buenos Aires duro de roer
Las candidaturas de Javier Milei y Patricia Bullrich marcan un abrupto cambio hacia la derecha en la política argentina. También señalan el fracaso de la estrategia de diálogo que Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de Buenos Aires y rival de Bullrich en la coalición opositora, había promovido en contraposición a las políticas de mano dura y recorte del gasto social que ambos proponen.
Milei aboga por la prohibición del aborto legalizado en 2020. También defiende la portación libre de armas y considera que la venta de órganos podría ser parte de «un mercado más». Su plataforma incluye el cierre de los ministerios de Educación y Desarrollo Social, así como una estrategia para «quemar» el banco central como paso previo a la dolarización de la economía, con el objetivo de poner fin a la inflación.
Por su parte, Bullrich, exministra de Seguridad durante el mandato de Mauricio Macri (2015-2017), promete endurecer las leyes contra la delincuencia y poner fin a los bloqueos de calles y carreteras como formas de protesta. En el ámbito económico, asegura que un posible Gobierno bajo su liderazgo recibirá suficientes dólares desde el exterior para estabilizar la economía.
Las similitudes entre ambas figuras son notables. Bullrich felicitó a Milei por su destacada elección y subrayó el deseo compartido de que «el Estado no sea una guarida de La Cámpora», en referencia a la agrupación kirchnerista liderada por Máximo Kirchner, hijo de los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner. Los seguidores de Juntos por el Cambio, mientras coreaban «Patricia presidenta», expresaban la esperanza de que el kirchnerismo ya no prevalece.
El mensaje de las urnas ha enviado un contundente castigo al peronismo en el poder, así como a la coalición liderada por Bullrich. Un gran número de votantes han rechazado las estructuras políticas convencionales y han optado por el excéntrico outsider que aboga por sacar a «los políticos a patadas en el trasero».
Milei ha obtenido victorias en provincias significativas con tendencias opositoras, como Córdoba y Santa Fe, el segundo y tercer distrito más poblado del país. Sin embargo, también ha conquistado feudos peronistas en el norte, como Tucumán, Salta, La Rioja y San Juan, así como en la región patagónica de Santa Cruz, cuna del kirchnerismo.
La decepción de quienes votaron por Fernández hace cuatro años explica la peor derrota del peronismo en unas elecciones primarias desde su instauración en 2011. Si este resultado se repitiera en las elecciones generales, sería el peor desempeño en una elección presidencial desde el regreso a la democracia en 1983.
Los votantes que confiaron en la administración de Fernández tenían la expectativa de superar la crisis económica después del mandato de Macri, quien dejó el país en 2019 con una inflación del 50% y fue incapaz de cumplir con los vencimientos de un préstamo de 44.000 millones de dólares otorgado por el FMI apenas un año antes. Sin embargo, la situación económica ha continuado deteriorándose desde entonces.
Fernández no ha logrado reducir los niveles de pobreza y ha añadido una paradoja dolorosa: hay trabajadores que tienen empleo, pero aún así luchan por llegar a fin de mes. A pesar de todo, Massa no se rinde y promete seguir peleando hasta el último minuto, llamando a la segunda mitad de este desafío electoral. En el escenario, ni el presidente Alberto Fernández ni la vicepresidenta Cristina Kirchner estuvieron presentes.
Buenos Aires, el bastión peronista, sigue siendo un refugio crucial para el oficialismo. El gobernador kirchnerista Axel Kicillof, que busca la reelección, fue el candidato más votado en este domingo, obteniendo el 36.4% en el distrito más grande del país. Superó tanto a Juntos por el Cambio como a La Libertad Avanza de Milei.
Juntos por el Cambio, por otro lado, mantendrá su dominio en la ciudad de Buenos Aires. Uno de cada dos votantes eligió esta coalición fundada por Mauricio Macri. La victoria en la interna fue para Jorge Macri, primo de Mauricio, quien parece estar en camino de convertirse en el próximo alcalde de la capital argentina.
Pero la noche realmente perteneció a Milei. Cuando la madrugada del lunes se aproximaba, celebró un último rocanrol con sus seguidores. El candidato eligió la canción «Se viene», uno de los grandes éxitos del rock argentino que desafió al Gobierno neoliberal de Carlos Menem a finales de los años noventa y prefiguró la crisis del corralito en 2001.
El estribillo de la canción proclama «Se viene el estallido». Los seguidores de Milei la cantaron con pasión, mostrando que el libertario no teme a las contradicciones. Milei ve a Menem como un ejemplo a seguir, y a pesar de que la banda Bersuit Vergarabat le prohibió usar la canción en sus mítines, el libertario desobedeció esa prohibición.
Con información de El País