Una mujer padece «memoria absoluta» y no puede olvidar nada de su vida

La estadounidense Jill Price padece hipertimesia: rememora una y otra vez sus recuerdos y esa incapacidad para recordar la llevó a padecer de depresión por muchos años. Ahora tiene 57 años y se dedica a escribir sobre su peculiar trastorno de memoria absoluta.

«Imagine, por un momento, que no puede olvidar un solo momento de su vida. Los buenos, los malos, pero en especial los triviales, los que no son buenos ni malos, las simples percepciones del mundo físico sin significado», publicó The Guardian.

Este tipo de memoria absoluta se llama hipertimesia y deriva del griego (hiper= exceso, timesia= recordar) y es distinta a la nmemotecnia -la llamada memoria fotográfica-.

Como anécdota curiosa, se puede recordar a Funes «el memorioso», fantástico cuento de Borges incluido en Ficciones donde un muchacho uruguayo tiene un accidente de caballo y adquiere la capacidad de recordarlo todo. La verdad es que el síndrome del cuento es lo que la ciencia tardaría décadas en clasificar y entender, a partir del caso de Jill Price.

https://twitter.com/clarincom/status/1689940218344787968?s=20

«La memoria es caprichosa, versátil, enigmática. Imagine el peso emocional de recordarlo todo: una pesadilla lúcida», escribió Prici.

Price nació en 1965, en el sur de California. El 1° de julio de 1974, cuando tenía ocho años y medio, la familia se mudó a una casa alquilada en Los Ángeles. Quizás fue el miedo a que los recuerdos de su propia infancia se disolvieron lo que provocó que algo en el mecanismo de su memoria se alterara. Es su mito de origen (similar al caballo que tumbó a Funes).

Luego del accidente notó que sin esfuerzo podía rememorarlo absolutamente todo, segundo a segundo, como si lo estuviera mirando en una pantalla.

Le pareció que su memoria, que siempre había sido parcial, como la de todos, se agrandaba ahora y abarcaba espacios gigantescos, como los de grandes catedrales llenas de sombra.

«Para vivir, los humanos pedestres tendemos a olvidar. Olvidamos dónde dejamos las llaves, olvidamos las peleas y los resentimientos, olvidamos las humillaciones para seguir viviendo, pero también olvidamos los buenos momentos, aquellos que quisiéramos guardar como tesoros debajo de la almohada para recrearlos cuando sentimos que todo es oscuridad», comenta la nota publicada.

A Jill Price le significó sufrir una depresión que abarcó muchos años de su vida. Incluso de adulta, vivía con sus padres, porque era incapaz de independizarse. Todo aquello que la atormentaba, las decisiones incorrectas, los momentos incómodos o directamente dolorosos.

En junio de 2000, Jill decidió tomar cartas en el asunto y le envió un email al doctor James McGaugh, médico neurólogo especializado en la investigación de la memoria, a quien había encontrado navegando por internet.

Durante cuatro años, él y su equipo sometieron a Jill Price a toda clase de pruebas, desde escaneos de su cerebro hasta larguísimos cuestionarios para determinar el carácter específico del fenómeno.

https://twitter.com/elareadebroca/status/1550607743333056513?s=20

En febrero de 2006 publicaron en la revista Neurocase el fruto de sus investigaciones, un artículo titulado «Un caso inusual de memoria autobiográfica», donde escondían el nombre de Jill bajo las siglas “AJ”. Ellos acuñaron el término hipertimesia, que no existía hasta el momento.

Jill leyó las conclusiones del trabajo y sintió que su vida cambiaba para siempre. “Lloré”, declararía más tarde. “Me caían las lágrimas mientras lo revisaba. Finalmente alguien me escuchaba. Me había pasado toda la vida gritando hasta quedarme sin aliento y nadie oía nada.”

Pronto se convirtió en el fetiche de los programas de entrevistas: todos querían tenerla, poner a prueba su memoria. Semanas después, un editor de Free Press la contactó y le ofreció un adelanto bastante sustancioso para que escribiera un libro.

La mujer que no podía olvidar, se llamó el libro, y fue publicado en el 2008.

La publicación del artículo y el libro posterior sirvieron para que se presentaran espontáneamente otros sujetos que tenían el mismo «poder». El doctor McGaugh y su equipo llevan registrados más de 60 casos similares.

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