El pasado 25 de septiembre el perro del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, mordió a otro agente del Servicio Secreto de la Casa Blanca, que requirió de atención médica, y se encuentra «relativamente bien», según informó el portavoz de ese cuerpo, Anthony Guglielmi.
«Ayer alrededor de las 8 de la tarde, un agente de policía de la División Uniformada del Servicio Secreto entró en contacto con una mascota de la Primera Familia y fue mordido», informó el martes Guglielmi.
Posteriormente, el portavoz declaró a CNN que el agente herido le transmitió a la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, que se encontraba en buen estado.
Esta es la undécima oportunidad en la que el perro presidencial muerde a un miembro del personal de la Casa Blanca, según los registros del Servicio Secreto.
Ninguna de las lesiones descritas por las personas afectadas fue calificada de grave, sin embargo ese mismo mes, los funcionario de la Casa Blanca reconocieron que probaron nuevas técnicas de correa y adiestramiento para controlar a Commander.
La información se pudo conocer gracias a la Ley de Libertad de Información presentada el pasado mes de julio por un grupo conservador.
En julio pasado la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre se disculpó después que el pastor alemán se hubiera abalanzado sobre varios miembros del personal.
«Como todos ustedes saben, el complejo de la Casa Blanca puede ser único y muy estresante (…) Así que pueden imaginar lo que es para una mascota de la familia, en general», señaló Jean-Pierre.
El presidente Joe Biden y su esposa, Jill, se mudaron a la Casa Blanca con dos perros, los pastores alemanes Champ y Major. Luego en 2021 llegó Commander, un regalo del hermano del presidente, James Biden.
Major, el otro perro de la familia Biden, también protagonizó varios incidentes con el personal del palacio presidencial, por lo que tuvo que ser trasladado a la casa de unos amigos de los Biden.