La argentina Celeste Corrales vivió su primer entierro en la despedida de su hijo Lolo. Veinticuatro horas antes, ella y su esposo, Leonardo Meter, estaban felices. Sus planes habían funcionado: noviazgo, luna de miel, casa, auto, hijo.
Pero el 2 de abril de 2019, todo cambió. «Era un martes caluroso. Fui al garaje a encender el auto, y Lolo salió corriendo. No lo vi venir», recuerda Celeste con lágrimas. El golpe fue fatal. Desesperada, corrió a una sala de primeros auxilios y llamó a Leonardo. Los trasladaron al Hospital Evita, a ocho cuadras.
«Una tragedia inevitable»
Leonardo, con el nombre de Lolo tatuado en su mano, recuerda: “Son cosas del destino, accidentes inevitables”. Cuando llegó al hospital, le dijeron que Lolo tenía un derrame cerebral.
Celeste, aún con esperanza, pensaba que todo estaría bien. «Pero el golpe era irreparable», le dijeron los médicos. «Yo les suplicaba que siguieran trabajando, pero Lolo ya había fallecido», cuenta Celeste.
La despedida
En el hospital, familiares y amigos llegaron rápidamente. Los padres tuvieron que enfrentar trámites y preguntas que les parecían sin sentido en medio de su dolor.
“Hay una desconexión con la realidad en esos momentos”, dice Celeste. El velorio se realizó el mismo martes a las 20:00, y al día siguiente, Lolo fue enterrado en el cementerio de Lanús de Buenos Aires.
Un amor estructurado
Celeste y Leonardo se conocieron en 2002 durante un viaje de egresados a Bariloche. Ella estudiaba Diseño de Indumentaria y él trabajaba en una metalúrgica. «Compramos el terreno, demolimos la casa que estaba y construimos la nuestra», relata Celeste.
Se casaron en Hawaii el 9 de enero de 2017, y en abril, ella quedó embarazada. Lorenzo, «Lolo», nació el 9 de diciembre de 2017.
La vida después de la tragedia
Después de la muerte de Lolo, la vida de Celeste y Leonardo cambió radicalmente. “Lo peor fue volver a casa después del entierro”, dice Leonardo. La pareja recibió un tsunami de apoyo de familiares y amigos. “No teníamos ganas de nada. La familia nos cuidaba, cocinaba, y estaba siempre presente”, cuenta Celeste.
El Grupo Renacer
La pareja encontró apoyo en el Grupo Renacer, una organización de padres que han perdido hijos. «La primera reunión fue muy difícil, pero supimos que volveríamos», dice Celeste. También comenzaron terapia con una psicóloga que les ayudó a enfrentar su dolor.
Volver a vivir
Nueve meses después de la muerte de Lolo, decidieron intentar tener otro hijo. Enseguida, Celeste quedó embarazada. El 27 de agosto de 2020, en plena pandemia, nació Apolo. «El nombre lo eligió Leonardo, y significa el dios griego de la luz», explica Celeste.
Honrando a Lolo
Para el segundo cumpleaños de Lolo, la familia y amigos soltaron globos amarillos en su memoria. «Fue hermoso ver a tanta gente unida por Lolo», dice Celeste. Para el tercer cumpleaños, decidieron hacer empanadas y donarlas a un comedor. “Llegamos a 70 docenas de empanadas”, cuenta Leonardo.
La historia de Celeste y Leonardo es un testimonio de amor, dolor y resiliencia. A través de su tragedia, encontraron formas de honrar a su hijo y continuar viviendo, siempre con el recuerdo de Lolo en sus corazones.
Fuente: Infobae