"Las peores historias que se leen sobre el Darién, son ciertas, no son exageraciones" confirmó a La Mosca News José Espinoza, un venezolano que acaba de pasar los momentos más desesperantes de su vida.
Conocida como el Tapón del Darién, selva del Darién o el infierno selvático, la ruta entre la frontera de Panamá y Colombia es junto a la de México -a través del río Grande- una de las más antiguas para el flujo migratorio desde Suramérica hacia Estados Unidos.
"Después de siete días, al llegar afuera tuve que ir en cholas (sandalias) porque tenía los pies tan hinchados que los zapatos ya no me sirvieron", destacó José.
En busca del sueño americano, José viajó junto a un grupo de cientos de migrantes suramericanos indocumentados.
Debido al cierre de vías terrestres de transporte que atraviesen la zona se la denomina el Tapón del Darién.
José inició su travesía solo con un morral y debió dejarlo en el camino porque con el transcurrir de los días su peso -aunque era el mismo o menos- se hizo inmanejable.
"Es mejor ir en grupo pero si va a pasar algo malo, pasará de todas formas", dijo en referencia a las bandas criminales que la convierten en un punto de alto riesgo.
El calor y la humedad hacen del trayecto una caminata sofocante: muchos mueren por infartos y paros respiratorios tras varios días de marcha sin descanso.
"Por momentos, uno hasta pasa por encima de muertos que tienen días ahí", dijo conmovido aún por las imágenes frescas.
Otros, perecen arrastrados por las inesperadas crecidas de los ríos o por mordeduras de serpientes o picadas de insectos venenosos.
Como si la geografía y la fauna no fueran suficientes elementos en contra, cada caravana de caminantes queda a merced de los “coyotes”, término con el cual se trata en el argot migratorio los traficantes de seres humanos y también de los grupos guerrilleros colombianos y los carteles de narcotráfico que operan allí.
Diariamente, se reportan casos de asaltos, asesinatos y abandonos en medio de la selva. Recientemente también se han disparado las denuncias sobre reclutamientos forzosos y trata de personas.
"A una mujer que venía en el grupo la agarraron unos hampones con armas para violarla. El marido les ofreció 500 dólares para que la dejaran en paz. Después que agarraron el dinero, los sometieron y los violaron a los dos", dijo.
Otros testimonios
Todos los relatos coinciden en lo duro de la travesía y los múltiples peligros. Ni siquiera quienes logran pasarla, lo recomiendan.
Los últimos meses la narrativa mediática ha estado exclusivamente centrada en los migrantes venezolanos, al igual que sucedió el año pasado en el cruce por el río Bravo. La Mosca News seleccionó algunos testimonios:
Jesús Cruz, contó que hay cosas que no se pueden describir con palabras, “como ver el cadáver tirado de un ser humano en la selva, pudriéndose, sin que a nadie le importe. Su familia nunca sabrá de él, porque nadie lo puede reconocer”.
Edwel Chirino -padre de una niña de 3 años que perdió su vida cruzando la selva del Darién en Panamá, junto a su madre- narró que desde el teléfono de la esposa le enviaron un video con su hija en una moto.
“Me dicen que mi esposa está muy delicada de salud y tengo que pagar $1.000 dólares para que me la muestren. Después las echaron al río”, se lamentó.
En enero de 2022, el doctor José Antonio Suárez, infectólogo y pediatra, especializado en Medicina Tropical, junto con un grupo de médicos latinoamericanos organizó un operativo durante nueve días en San Vicente, un centro de recepción de migrantes donde las autoridades panameñas registran y asisten a quienes logran llegar al norte del Darién.
"Lo que más impacta a los migrantes es ver tantos muertos: por la jungla o la violencia", sentenció.
El epidemiólogo Roderick Chen-Camaño aseguró que aunque había trabajado previamente en la selva con comunidades indígenas, nunca pensó que vería nada nuevo pero no fue así. Dice que recibió a una paciente que le contó que subía una montaña junto con un grupo de migrantes, cuando la madre de una familia haitiana se desplomó y falleció.
“Entonces, el esposo tomó a cada uno de sus dos niños y los lanzó por un precipicio. Después, el hombre se lanzó al vacío”.
Salida a riesgo
La selva de Darién es apenas el primer punto de la larga y peligrosa travesía de quienes desean ingresar sin documentos legales a Estados Unidos.
Las autoridades panameñas reportaron la muerte o desaparición de al menos 51 migrantes en el Darién en el año 2021.
Además de Panamá, deben atravesar Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala. La mayoría hace este periplo sumándose a las caravanas migrantes que se juntan en México con dirección al Norte.
Una vez en tierra azteca caminan hasta la frontera Norte que delimita el río Bravo. Ese cruce es ampliamente conocido por miles de relatos, películas para el cine y televisión y más recientemente por toda la polvareda mediática que levantó el ex presidente Donald Trump y su idea de construir el muro, que en realidad en grandes trayectos ya existía.
Recientemente, muchos medios volvieron sus focos sobre esta frontera y la “crisis migratoria venezolana” tras hacerse viral un vídeo donde varios venezolanos exponían la dificultad del trayecto y revelaban las muertes que sucedieron a su paso.
Sin embargo, de forma histórica y mayoritaria la Selva del Darién fue usada por cubanos y haitianos “sin papeles” e incluso personas provenientes de lugares remotos como Angola, Senegal y Bangladesh.
Transeúntes del Darién en números
Según estimaciones del gobierno panameño, la mayoría de migrantes irregulares, el 61%, que en 2.021 pasaron por Darién eran de Haití. El resto se distribuye entre Cuba con 12%, Chile 7%, Brasil 6%, Ghana y Senegal con 4% cada uno, Bangladesh, India y Nepal 3% y Venezuela 2%.
Sin embargo la tendencia de los primeros cuatro meses de 2022 ha sido distinta y Venezuela la encabezó: de los cerca de 19 mil registrados, 6.951 eran de Venezuela, 2.195 de Haití, 1.579 de Cuba y 1.355 de Senegal.
Según Unicef, más de 1 de cada 5 migrantes que cruzan son menores de edad.
Al igual que la mayoría de los caminantes de la selva colombo-panameña, los venezolanos la transitan sólo para continuar su camino hasta EE.UU., vía México.
Según el portal de investigación La Tabla , la ruta más común es tomar un bote desde Capurganá (municipio Acandí, departamento del Chocó, Colombia) hasta Carreto (poblado de San Blas, Panamá) y luego cruzar la selva caminando por 2-3 días hasta Canáan, Membrillo.
“El costo del recorrido -en trayectos en bote y autobús- es de 400$. Quienes no tienen dinero hacen la misma ruta pero a pie y sólo pagan entre $100 y $150. Obviamente es más riesgosa porque deben trasladarse por 7-10 días en áreas despobladas/selváticas”, explica el portal.
Según medios panameños, recientemente hubo un cambio en las rutas de tránsito y puntos de acceso: ahora también existe el recorrido del Pacífico que conecta Juradó– Colombia- con Jaqué en suelo panameño.
La ONG Refugees International asegura que el primer trimestre de 2022, 13 mil 425 personas atravesaron la ruta. Esto es más del doble que en el mismo periodo de 2021. Del total, hubo 210 niños que viajaron sin compañía de adultos.
El miedo de los pobres
Como la mayoría de las grandes tragedias en el mundo, la verdad sobre el Darién es un secreto a voces y una omisión histórica: lo saben los gobiernos de Colombia y Panamá, las ONG de migrantes y, por supuesto, las víctimas que se atreven a hacer esta ruta porque no tienen más opción.
Un par de líneas de una entrevista publicada por The Washington Post resume el penoso espíritu de quienes se arriesgan por un sueño, válido o no, pero SU sueño:
“Conocí a un migrante haitiano que llegaba desde Brasil junto a su mujer y su hijo de apenas 17 meses. ¿No tienes miedo?”, le pregunté durante nuestra conversación.
¿Miedo? Sí, pero la vida de los pobres es así.
En la resignación del joven hombre había una última esperanza y una verdad incómoda.
