La primera víctima de la política de sanciones que mantiene Estados Unidos junto a sus aliados, parece ser la unidad de esa nación, empezando por los mismos funcionarios del gobierno y, en especial, los de la Casa Blanca, Departamento de Estado, Pentágono y entes financieros que marcan sus decisiones.
Algunos analistas observan y advierten que Rusia se mantiene indemne ante el centenar de sanciones contra su industria, economía y finanzas, mientras se observa desespero y divisiones entre los líderes de los países coaligados en estas medidas y los principales impulsores de las mismas.
Según reseña Bloomberg, dentro de la Casa Blanca la jefa del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, mantiene vivos sus temores por las repercusiones en la economía mundial, fuertemente golpeada por la inflación, la crisis en las cadenas de suministros y el estallido en los precios de los combustibles.
El historiador Nicholas Mulder (Universidad de Cornell), experto en políticas de sanciones de EE.UU. aseguró que “ahora estamos llegando al límite de la severidad con la que se pueden imponer sanciones contra una economía importante, sin que tenga efectos secundarios tan negativos que generen una tonelada de incendios forestales en otros lugares”.
Un artículo reciente publicado en Bloomberg, destaca que las “mal llamadas sanciones”, en muchos casos, no sirven como arma de presión, sino que motivan sufrimiento a habitantes de las naciones donde se imponen; incluso cita los casos de Corea del Norte, Cuba y Venezuela, cuyas acciones sólo han fortalecido a los líderes de esos países.
Cruzando el océano, en Europa, también sienten el dolor de sus propios golpes contra Rusia; el Ministerio de Exteriores ruso advirtió que los elementos principales del próximo paquete de restricciones unilaterales anti rusas “tendrá un efecto autodestructivo para la Unión Europea (UE)”.
Advierten que es muy probable que las decisiones de la UE de eliminar parcialmente el petróleo y los productos derivados del petróleo rusos, así como de prohibir el seguro de los buques mercantes, provoquen nuevos aumentos de precios, desestabilicen los mercados energéticos e interrumpan las cadenas de suministro.
Rusia está convencida de que todas las acciones contra su industria petrolera socavarán los productos agrícolas; así que las sanciones acelerarán la crisis alimentaria mundial que se avecina.
Algunos expertos afirman que las sanciones contra Rusia son un “boomerang”, porque la nación euroasiática exporta 2,2 millones de barriles diarios de petróleo a Europa y es la principal fuente de gas natural del continente. EE.UU. importa desde Rusia 8% de los hidrocarburos que consume su mercado interno.
Todas estas razones, al parecer preocupan a un grupo importante de lso integrantes del gabinete de Biden. Sobre todo cuando la inflación en EE.UU. se mantiene en alza, y comienzan a observarse largas colas de compradores en tiendas con estantes vacíos en varios estados de ese país norteamericano.