No es lo mismo ver el Super Bowl el próximo 12 de febrero con palomitas de maíz, que verlo con un buen guacamole hecho con aguacate fresco de México, y unos deliciosos tacos.
Esta tradición se ha venido fomentando en los últimos años y los estadounidenses pagan el precio que sea, por esta fruta para preparar guacamole.
Sin embargo, el negocio, aunque es rentable no es seguro. Quienes los transportan desde un país a otro atraviesan muchos peligros, y en ocasiones llegan a su destino sin la carga y hasta sin el vehículo.
La ruta que deben recorrer va desde la localidad de Santa Ana, en lo alto de las montañas cubiertas de pinos y neblina del estado de Michoacán, hasta las plantas de empaquetado y envío de la ciudad de Uruapan.
En este trayecto abundan las bandas organizadas por cárteles de la droga, delincuentes comunes y pandillas de extorsión y secuestro.
En total son 60 kilómetros de viaje que deben recorrer a expensa de que le roben la mercancía, le quiten el camión y hasta la vida.
Últimamente han optado por salir en caravana, es decir aguardan a un convoy de patrullas de la policía estatal que lleva el nombre de Guardia Civil, y así se protegen entre todos.
Los aguacates se venden hasta en $2,50 la pieza, así que una sola caja con 40 ejemplares vale $100 y el cargamento promedio de un camión tiene un valor de entre 80.000 y 100.000 dólares.
México suministra aproximadamente el 92% de las importaciones de aguacate de Estados Unidos, enviando al norte más de 3.000 millones de dólares de esta fruta al año. Pero a menudo los ladrones no sólo se roban el cargamento, refiere Independentespanol.com.
Los robos han disminuido desde que la policía los escolta, pero igual se siguen presentando.
“El envío de aguacates a Estados Unidos para el fin de semana del Super Bowl se ha convertido en un evento anual, que este año se celebra en Uruapan. Es una grata distracción de los crímenes que se cometen en la ciudad, en la cual libran una disputa territorial el grupo criminal de Los Viagras y el Cártel Jalisco Nueva Generación”, refiere el portal.
Pero el proceso no termina cuando la carga llega a su destino. En la ciudad de Uruapan los inspectores agrícolas estadounidenses tienen que certificar que los aguacates mexicanos no son portadores de enfermedades ni plagas que puedan dañar los huertos del país del norte.
La cosecha mexicana se efectúa de enero a marzo, mientras