Este miércoles impactó una bomba ciclónica en California con fuertes vientos y lluvias torrenciales, que causaron estragos en áreas ya afectadas por las tormentas anteriores.
Las ráfagas de viento en la costa californiana llegaron a un máximo de 136 kilómetros por hora. Los vientos y la lluvia continuarán moviéndose hacia la costa en las próximas horas.
Bomba ciclónica es un término dado a una tormenta que se fortalece rápidamente y cumple un criterio importante. Generalmente, la presión debe caer 24 milibares (una unidad de presión) en un periodo de 24 horas.
El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) pronosticó un periodo de varias horas de lluvia de moderada a fuerte, y fuertes vientos. Se esperan precipitaciones de 2,5 cm por hora, lo que provocará inundaciones, deslizamientos de tierra y cortes de energía.
El gobernador de California, Gavin Newsom, declaró el estado de emergencia "para apoyar los esfuerzos de respuesta y recuperación", mientras que San Francisco estableció un Centro de Operaciones de Emergencia.
El norte de California, en particular, se vio inundado por fuertes nevadas e inundaciones mortales durante el fin de semana, lo que provocó órdenes de evacuación y rescates acuáticos.
Hasta ahora más de cinco millones de personas están bajo alerta meteorológica invernal en el Medio Oeste y los Grandes Lagos, donde se espera que la acumulación de nieve y hielo afecte a los desplazamientos, según el servicio meteorológico.
El oeste de Estados Unidos sufre una sequía de décadas, con precipitaciones por debajo del promedio que dejan los niveles de los ríos y embalses preocupantemente bajos.
Si bien los meteorólogos consideran que cualquier lluvia es útil, los aguaceros repentinos provocados por fuertes tormentas pueden hacer más daño que bien, pues el suelo no es capaz de absorber volúmenes muy altos de agua con mucha rapidez.