La diversidad lingüística que existe en todo el mundo no se transmite de generación en generación. Así lo demostró un grupo selecto de investigadores genetistas del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, y la Universidad de Zúrich.
Los científicos aseguran que el lenguaje y los genes tal vez han evolucionado de manera distinta en el transcurso del tiempo. Está conclusión responde al resultado de una investigación basada en vincular datos lingüísticos y genéticos.
El proceso contempla el análisis del contenido de la información genética de unas 4.000 personas que hablan 295 idiomas diferentes, y que representan a 397 poblaciones genéticas.
Chiara Barbieri, directora del estudio y genetista de la Universidad de Zúrich; explicó que el análisis estuvo dirigido en patrones biológicos y lingüísticos que diferían entre sí, y profundizan en la frecuencia y dónde ocurren los posibles desajustes.
Estos desarreglos son apreciados en casos de personas migrantes, que han adoptado el idioma local de sus nuevos lugares de asentamiento.
Tras la investigación, se puede precisar y entender la evolución del lenguaje en sí mismo; como es el caso de la población judía en Georgia, que adoptó un idioma del sur del Cáucaso, mientras que los judíos de Cochin, en el sur de la India, hablan una lengua dravídica.
El lenguaje se desliga de los genes y evoluciona a una dimensión superior, para lograr que algunos seres humanos desarrollen un ámplio campo lingüístico.
Según tal visión, la especie humana, frente al resto, habría trascendido los factores genéticos; así, la primacía de los genes se apega a un veto de cualquier tipo de aprendizaje.
