Ghana es uno de los últimos países del mundo que aún tienen campamentos para ‘’brujas’’, por lo que más de 500 mujeres presuntamente acusadas de brujería se encuentran actualmente repartidas en cinco instituciones carcelarias a lo largo del país. Las mujeres viven en condiciones inhumanas aunque quizás eso esté a punto de cambiar.
La Constitución de Ghana de 1992 establece que ‘’todas las prácticas consuetudinarias que deshumanizan o dañan el bienestar físico y mental de una persona, están prohibidas’’. Además, el país ha firmado convenios que respaldan esta norma como la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (Cadhp) y la Convención sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer (Cedaw).
Es por ello que, organizaciones de todo el mundo están tratando de reintegrar a estas mujeres acusadas en sus antiguas aldeas. El diputado Xavier Sosu, del Congreso Nacional Democrático señaló que: ‘’Las prácticas que entren en conflicto con los derechos básicos deben prohibirse. Hay que acabar con eso que yo llamo excesos culturales’’.
Sosu se ha convertido en uno de los máximos impulsores de las numerosas defensas a los derechos humanos y alega que se debe criminalizar a quienes señalen como ‘’bruja’’ a una mujer.
“Uno puede tener la creencia que considere, pero si esa creencia se utiliza en detrimento de otra persona, debería tener problemas con la ley”, señaló Sosu. Además, la ley prevé garantizar el bienestar y la seguridad de las mujeres para que recobren su libertad y se cierren estos campos.
Sosu confía en que la ley sea aprobada este año, sin embargo, la votación y la posible entrada en vigor tensaría al país. ‘’Muchos diputados, sobre todo del norte, se opondrán a la ley’’, advirtió.
Esta tensión podría crearse debido a que estas creencias de brujería rondan el país por generaciones, por lo que será difícil procesar la ley impulsada por las organizaciones mundiales.
El diputado contó con indignación la manera en la que tienen los ghaneses de determinar si una mujer es bruja. La acusada debe comprar un pollo y llevarlo a un curandero del poblado para que este decapite al animal y espere el resultado, si el pollo muere boca arriba, la mujer es bruja, pero, en el caso contrario, está limpia de cualquier espíritu maligno. ‘’Las probabilidades son del 50%’’ enfatizó.
Explotación laboral
Por su parte, el curandero del campo de Gnani, Dasoli, un hombre cuya contextura gruesa contrasta agudamente la delgadez de las mujeres que habitan en los campamentos, asegura que están en paz y que no se le hace daño a nadie. ‘’Ninguna mujer está obligada a quedarse’’ y enfatiza que en ninguno de los campos reina la esclavitud.
“No se explota a nadie. A veces vienen propietarios pidiendo ayuda y algunas mujeres acuden a las plantaciones voluntariamente”, defendió Dasoli.
Sin embargo, la versión de Sosu es totalmente distinta y habla de un sistema de opresión psicológica, de una ‘’cárcel mental’’ en la que el miedo construye ‘’muros imaginarios’’. De hecho, se les dice que, si permanecen en el lugar, sus fuerzas espirituales quedan neutralizadas y que si se van en un año ‘’morirán’’.
Resignadas a su suerte y manipuladas aprovechando su vulnerabilidad, las presuntas brujas trabajan gratis o por unos cuantos cedis (moneda de Ghana). “Existen intereses económicos muy fuertes para que los campos continúen”, lamenta.
La nueva ley aún no tiene fecha de emisión o votación, por lo que hasta ahora, cientos de mujeres tendrán que seguir viviendo bajo la esclavitud y falsas acusaciones de brujería.