El 30 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Lucha Contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) que se identifica con un lazo azul. Esta conmemoración busca visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias.
La influencia sociocultural asociada a la belleza está experimentando cada vez un mayor impacto en la sociedad actual, con la revolución de las redes sociales y los medios de comunicación. Esta influencia cobra una mayor huella que marca un antes y un después en el desarrollo psicológico de quién se deja arropar por los estándares de belleza publicitados.
Hechos relacionados con ovacionar y enaltecer el aspecto físico generan una gran presión en las personas, promueven obsesión y en muchos casos la búsqueda incansable por lograr el ansiado estereotipo, a través de prácticas agresivas como intervenciones quirúrgicas, deporte extenuante o restricción alimentaria.
En el caso de las conductas alimentarias existe una inclinación a rendir un culto a la delgadez, que se suele transmitir como un valor supremo en la vida de los seres humanos.
Este punto de partida se caracteriza por fijar excesivamente la atención en el peso, en la figura corporal y en la comida, causando conductas alimentarias que pueden ser muy peligrosas, e impactan considerablemente en la capacidad del cuerpo para obtener la nutrición que necesita, causando daños orgánicos y psicológicos.
Todas estas acciones corresponden a cumplir con lo que se conoce como «Canon de Belleza»; la idea del cuerpo perfecto, al que se le atribuyen una serie de características.
Actualmente las mujeres consideradas casi perfectas son aquellas que son altas y muy delgadas, con caderas pronunciadas y pechos grandes, firmes, simétricos y sólidos. Estas características se concretan en las conocidas medidas de 90-60-90.
Asimismo, son cualidades del canon de belleza femenino la piel bronceada y tersa, los ojos grandes, la nariz pequeña, los labios gruesos, el vientre liso, el pelo largo y las piernas largas y torneadas.
En cuanto a los hombres, se prefiere a aquellos que están delgados y musculosos, con muy poca grasa corporal. A estas características se agrega también un cuidado del cuerpo cada vez más frecuente, con una preocupación por el pelo, el vestuario y el vello corporal.
La preocupación desmedida por lograr los aspectos físicos antes mencionados, abre una puerta a la aparición de trastornos alimenticios, cómo la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos.
Estos trastornos colocan al sujeto que los padece frente a la necesidad implacable de adelgazamiento, provocado por un miedo fóbico a la obesidad, por lo que siguen una dieta muy estricta y continua llegando a la inanición y en muchos casos a la muerte.
Prevención de TCA
Ante este fenómeno sociocultural, especialistas de todo el mundo han iniciado campañas de prevención y de detección precoz, con el fin de salvar vidas y promover una mejor cultura ante los salvajes conceptos de belleza.
Las diferentes campañas conducen al individuo a mejorar su autoestima mediante la propia aceptación del cuerpo y el rechazo a los estereotipos poco saludables que establecen los medios.
Asimismo, busca educar sobre el metabolismo humano a fin de comprender cuáles son los hábitos alimenticios correctos y en caso de que alguien presente síntomas relacionados con un trastorno de este tipo, la visita a un especialista de manera inmediata es una posible solución.
A nivel terapéutico existen tratamientos eficaces y exitosos, ya sean los de orientación cognitivo conductual o los de orientación sistémica.
Los individuos que padecen estos trastornos deben estar bajo controles médicos para asegurar la recuperación física, controlar las conductas purgativas, conductas de ingesta y la actividad física.
El llamado de las organizaciones y de los movimientos sociales contra los TCA, ubicados alrededor de toda Latinoamérica, se basa en impulsar la aceptación, fortalecer las relaciones personales, sociales y familiares, y finalmente lograr la autonomía y curación.