Este ser vivo tiene la espalda encorvada, una mano en forma de garra, el codo en 90 grados, doble párpado, cuello grueso, y un cráneo robusto pero un cerebro chico.
Aunque muchos podrían pensar que se está describiendo algún animal desconocido, descubierto en una cueva africana, nada más lejos de la realidad, se trata del ser humano “evolucionado” que probablemente habite la tierra en el año 3.000.
Este fue el resultado de un grupo de investigadores procedentes del Med Alert Help y del New York-Presbyterian Orch Spine Hospital, quienes responsabilizan a la tecnología de este aspecto grotesco e impensado, que han ilustrado en un modelo 3D denominado “Mindy”.
La garra del celular
Dos grandes cambios vienen para la anatomía humana en las extremidades, insisten los investigadores, y se trata de la “garra de texto”, y el codo fijo en 90 grados.
Explican los realizadores de Mindy, que esto será el resultado de “sostener constantemente el móvil, curvando los dedos alrededor en una posición antinatural durante largos períodos de tiempo”.
En el caso del codo, la respuesta radica no en la manera de sostener el dispositivo, sino en la posición que se adopta por tener largo rato mirándolo, o acercándoselo a la cara para recibir y realizar llamadas telefónicas.
Encorvados
Una pequeña joroba tendrán los humanos del año 3.000, además de la espalda completamente curva, debido a los largos periodos que se pasa sentado en los dispositivos digitales, y el movimiento de la cabeza hacia abajo o arriba para mirarlos.
“Se ha demostrado que ajustar constantemente nuestra posición para mirar hacia abajo a nuestro teléfono o hacia arriba en la pantalla de nuestra oficina tensa partes de nuestro cuerpo que determinan nuestra postura”, señalan los especialistas del Med Alert Help y del New York-Presbyterian Orch Spine Hospital.
Más cráneo, menos cerebro
Por si fuera poco, Mindy tendrá el cráneo más grueso, para proteger un órgano vital como el cerebro, pero esto no implica que la máquina más compleja del cuerpo sea más grande o con mejor funcionamiento.
Al contrario, es posible que el uso de la tecnología disminuya su tamaño y sus capacidades, debido al abuso de los sistemas electrónicos para la resolución de problemas.
Cuello más grueso y ojos de reptil
De nuevo los expertos explican que este cambio se debe a las posiciones antinaturales que se asumen a la hora del uso de dispositivos. Esto hará que los humanos del año 3.000 tengan un cuello mucho más grueso y musculoso para sostener la cabeza en posiciones contrarias a la anatomía.
Pero uno de los cambios más radicales será el desarrollo de un segundo párpado similar al de los reptiles.
“Los humanos pueden desarrollar un párpado interno más grande para evitar la exposición a la luz excesiva, o el cristalino del ojo puede desarrollarse evolutivamente de modo que bloquee la luz azul entrante, pero no otras luces de alta longitud de onda como el verde, el amarillo o el rojo” detalló Kasun Ratnayake, de la Universidad de Toledo (Ohio, Estados Unidos).
Oposición
Mandy no coincide con la posición de algunos científicos, quienes aseguran que la evolución ya se ha detenido, y estas proyecciones, aunque llamativas, son irreales.
“Porque hemos evolucionado, es natural imaginar que lo continuaremos haciendo, pero creo que ésa es una idea errónea”, afirma el antropólogo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York , a la revista National Geographic.
y aunque no toda la comunidad científica está en contra de un posible cambio en la humanidad, ninguna se muestra tan radical como Mindy.
Un estudio publicado en la web Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), citado por el diario español ABC, señala que según el biólogo evolutivo Stephen Stearns , de la Universidad de Yale, “las mujeres del futuro serán más bajas (dos centímetros menos), más rellenitas (dos kilos más) y más fértiles. Además, tendrán un corazón más sano que el de las mujeres actuales. Todo eso ya para el año 2409”.
Lo cierto es que el debate que inició Charles Darwin hace más de 150 años está lejos de acabar, y aunque muchos discuten que su obra “El origen de las especies” haya acertado en la lucha del débil contra el más fuerte, parece innegable que hay cambios al menos en pequeñas poblaciones aisladas.
Si el futuro de las calles del mundo son hombres y mujeres con garras y codos en 90 grados, o simplemente se tratará de mujeres un poco más robustas, no se sabrá con certeza hasta al menos 400 años, y tocará juzgar a los habitantes de la tierra en ese momento, sobre el acierto o desacierto de las teorías de evolución, que hoy inundan los laboratorios.