El ministro de Energía noruego, Terje Aasland, informó que ante las bajas precipitaciones registradas este año, el gobierno dará prioridad a cargar sus propios embalses frente a la exportación de energía hidroeléctrica “si la capacidad se sitúa en niveles críticos”.
Sin embargo, explicó que en la última semana hubo una “evolución positiva” que se refleja en una leve mejoría en la capacidad de los embalses en todo el país (de 1.1%).
Ante el panorama reciente, calificó de “baja” la posibilidad de implementar racionamientos energéticos en el país nórdico el próximo invierno.
A pesar de la mejoría señalada, la declaración encendió las alarmas pues ya los precios de la electricidad en el llamado viejo continente registran precios récord.
De hecho, en el propio país nórdico el gobierno anunció recientemente varias medidas ante una situación que calificó de “grave”: adelantó los subsidios a los hogares y las ayudas a las empresas.
“Quiero destacar que la cooperación energética es muy importante para Noruega. Y queremos contribuir a fortalecerla porque aumenta las posibilidades de invertir en infraestructuras e incrementar la producción”, dijo Aasland en rueda de prensa.
Recordemos que Noruega exporta alrededor de 20% de su producción eléctrica a países vecinos como Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Holanda y Suecia, y la mayor parte de la energía vendida procede, por razones geográficas, del sur del país, la zona afectada por la sequía.
La inseguridad energética en Europa viene dada por la subida de precio del gas en los mercados internacionales producto de las sanciones a Rusia por su invasión a Ucrania, y las bajas precipitaciones registradas en Noruega desde la primavera.
El precio medio de la Unión Europea es de casi 30 céntimos de euro por cada kWh, gracias entre otros a países como Hungría o Bulgaria donde pagan 10 céntimos.
Para tener una idea: una simple bombilla eléctrica encendida las 24 horas consume 1.44 kWh, unos 50 céntimos de euro.
