Este miércoles Clive Palmer, un excéntrico millonario australiano, anunció su plan para construir una réplica del Titanic, el trasatlántico que se hundió en 1912.
«Será el barco del amor y lo último en estilo y lujo», afirmó Palmer.
En 2013 el empresario minero había abierto un parque con réplicas de dinosaurios animatrónicos gigantescos en el estado de Queensland, en Australia.
Se espera que el mítico barco, inmortalizado en la película protagonizada por Kate Winslet y Leonardo di Caprio, tenga el mismo diseño interior y de cabina que el original, aunque ha señalado que su sistema de seguridad será moderno y con tecnología del siglo XXI.
La empresa de cruceros Blue Star Line será la encargada de gestionar la réplica que pretende ofrecer a los pasajeros un viaje en el tiempo, sin parangón, «sumergiéndoles de lleno en la opulencia y el esplendor de la vida a bordo del Titanic original» apuntó la empresa.
No es la primera vez que Palmer intenta replicar el trasatlántico que se hundió en su viaje inaugural, en 2012 y 2018 tuvo que paralizar las iniciativas por problemas de financiamiento.
Tras los dos primeros intentos fallidos, Palmer cree que a la tercera va la vencida.
El barco de 269 metros podrá transportar a 2.435 pasajeros en sus nueve niveles, con cabinas y comedores de lujo, piscinas, salón de baile y casino, entre otras comodidades.
La colisión del Titanic se produjo a las 11:40 del 14 de abril, lo que provocó el hundimiento del barco en menos de tres horas y la muerte de 1.496 personas, lo que convirtió a este naufragio en el peor de la época y en una de las mayores tragedias marítimas.
Con respecto a las causas del hundimiento, los expertos señalan al capitán de la embarcación, Edward Smith, que no hizo caso de las advertencias de formación de hielo, no redujo la velocidad cuando se le informó del peligro en la ruta y permitió que los botes salvavidas zarparan parcialmente llenos, añadiendo innecesariamente al menos 500 nombres a la lista de muertos.
En la historia el Titanic se erige como un monumento a la confianza excesiva en la tecnología y un recordatorio de lo débiles que somos ante las fuerzas de la naturaleza.