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Un reto posible: saludable después de los 40

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Nunca es tarde para comenzar (Foto: Monkey Business Images)

Eugenia tiene 43 y desde los 40 no falta nunca al gimnasio. A diario hace una hora de crossfit, que en ocasiones complementa con running, bicicleta, o cualquier otra cosa que la llene de energía.

Apunta sus avances en papel, come muy sano, y el algoritmo de su instagram la lleva una y otra vez a lo mismo: personas demostrando todo lo que pueden hacer en un gimnasio, técnicas de entrenamiento funcional y vida saludable.

Pero no siempre fue así, antes de cumplir 40 se había alejado de los deportes, y solo recuerda cuando, de niña, sus padres la llevaban a clases de voleibol, una disciplina que dejó por los constantes compromisos de una familia de clase media, sin el tiempo ni los recursos suficientes para perseverar en los deportes que practicaban sus hijos.

Pero Eugenia no es la única en esta situación, y lo que parece un reciente despertar en el autoestima, mejorar el estilo de vida, y mantenerse en forma, está atrayendo cada vez más a personas que saben que nunca es tarde para comenzar.

El momento es ahora

“El momento para comenzar a hacer ejercicio es ahora” insiste el preparador físico Sebastián Borsagi, quien desde hace más de siete años se dedica a la elaboración de entrenamiento físico personalizado y funcional.

“Toda persona puede hacer ejercicio, lo importante es adecuar la actividad o su rutina a sus capacidades físicas, motoras y demás, pero la actividad física es sumamente necesaria en la vida de las personas” insiste el profesional, y enfatiza en que es un asunto que va más allá de la apariencia.

A pesar de que son los jóvenes quienes parecen tener la balanza a su favor en cuanto a desempeño y rapidez de los resultados, para Borsagi lo que genera más satisfacción es ser testigo del avance de personas mayores que decidieron cambiar su estilo de vida.

“Vemos a una persona mayor que de repente nunca hizo nada de ejercicio, y con el tiempo mejora los rangos de flexibilidad y de motricidad, y esos son los cambios más notorios y más satisfactorios” opina.

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La salud física y mental van de la mano (Imagen: medlineplus.gov)

Salud física… y también mental

“Durante un periodo de ejercicio físico intenso las necesidades del cuerpo cambian y se activan más de 50 hormonas diferentes. Estas sustancias químicas son segregadas de manera natural por las glándulas que tenemos en el cuerpo, y se encargan de que el organismo cumpla correctamente sus funciones. Entre ellas, las responsables de esa sensación placentera que se siente tras una rutina de ejercicio son: la dopamina, la serotonina y la endorfina” detalla un artículo publicado en el portal web tena.es.

Marcela de 49 años no sabe explicarlo técnicamente, pero reconoce que siente cierto alivio después de completar su rutina de ejercicio, que se ha vuelto parte de su vida desde que cumplió 40 años.

Detalla que a esa edad le diagnosticaron celiaquía, una condición autoinmune que daña al revestimiento del intestino delgado, a consecuencia de la intolerancia a algunos alimentos que contienen gluten, presente en el trigo, la cebada, el centeno y la avena.

El cambio radical de dieta, más los ejercicios cambiaron su vida para siempre, y aunque la mayor parte de sus años los transitó en medio de un sedentarismo moderado, y una alimentación que sin saberlo le resultaba tóxica, ya no se reconoce en aquella versión de sí misma de hace una década.

Esto coincide con una investigación realizada por científicos de las Universidades de Yale y Oxford, quienes estudiaron a 1,2 millones de estadounidenses, para determinar que hacer ejercicio genera más felicidad que el dinero.

Ese mismo estudio resaltó que mantenerse activo “amortigua el estrés, y que aproximadamente treinta minutos después de haberlo realizado, el ejercicio físico produce una disminución de la ansiedad debido a diversas activaciones fisiológicas. Y se considera que su efecto “sedante” dura aproximadamente cuatro horas”, como resaltó el medio La Vanguardia, que cita el reporte.

Aunque solo han transcurrido tres años de estoica disciplina, hoy Eugenia se siente “mal” cuando no puede cumplir con su rutina de ejercicio, a pesar de que no siempre la motivación la acompaña, como ella misma lo reconoce.

Lo mismo le pasa a Marcela, quien suele acomodar sus horas laborales para poder ajustarse a las clases de crossfit cerca de casa, o incluso cocinar dos menúes para no despegarse de su estricta dieta sin gluten.

Ambas coinciden con Barsagi en que nunca es tarde para empezar a cuidarse a sí mismo, e insisten en que sus vidas han cambiado para bien. No tienen claras las hormonas que intervienen en el proceso, pero la estabilidad emocional alcanzada con la nueva vida saludable, parece ser evidencia suficiente.

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